La geometría de la vivienda surge como respuesta directa al lugar: un programa definido, unas vistas predominantes y un lugar con proporciones alargadas que condicionan la implantación longitudinal del volumen.
La geometría de la vivienda surge como respuesta directa al lugar: un programa definido, unas vistas predominantes y un lugar con proporciones alargadas que condicionan la implantación longitudinal del volumen.
El volumen superior, ligeramente desplazado respecto al cuerpo principal, alberga la zona de noche y genera una amplia terraza cubierta. Esta operación no solo proporciona sombra y confort climático, sino que también enmarca las vistas sin necesidad de elementos estructurales intermedios, intensificando la conexión con el entorno.Los volúmenes presentan solo dos aperturas adicionales: una en planta baja, que marca el acceso y señala el inicio del recorrido vertical; y otra en planta alta, que introduce la luz del sur en la habitación principal. Ambas se sitúan en puntos estratégicos, confiriendo a la fachada una lectura dinámica.
El proyecto se sitúa en Caldes de Malavella, en la provincia de Girona, dentro de un enclave natural excepcional, junto al club de golf Camiral. La parcela, estrecha y alargada, favorece una implantación precisa y dirigida. Se trata de la primera parcela que se desarrolla en una zona urbana que se está terminando de consolidar. En planta baja se organiza la zona de día. El salón se orienta hacia el paisaje más abierto, mientras que la cocina y una habitación se disponen al este. La planta superior alberga dos habitaciones que se abren al entorno natural, así como un estudio orientado hacia el acceso.
Este espacio, que podría asumirse como mera circulación, adquiere aquí una función definida, mejorando la calidad espacial y favoreciendo la continuidad programática. En la planta sótano, parcialmente enterrada, se ubican el garaje, las instalaciones y un espacio polivalente. Este nivel aporta masa al conjunto y contribuye al equilibrio estructural del volumen en vuelo. El núcleo de comunicaciones articula las tres plantas. El pasamanos, concebido como una línea continua, refuerza la unidad espacial del recorrido. La escalera, iluminada cenitalmente por una apertura orientada al norte, genera un vacío vertical que conecta visual y funcionalmente todos los niveles.
En la planta alta, este vacío se prolonga hacia el estudio, convirtiéndose en el corazón del proyecto. La circulación perimetral que lo rodea permite una ocupación total y eficiente de la planta. Siempre nos ha fascinado la idea de Arthur Schopenhauer, quien describía la arquitectura como “música congelada”. Nos gusta pensar que este proyecto puede entenderse como un movimiento en pausa, una forma esculpida por su contexto, como la escultura “Figura a punto de volar”de Andreu Alfaro: eternamente estática y, sin embargo, en perpetuo movimiento.
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