En perpendicular al mismo surgen sendos corredores con diferente carácter: uno de carácter público, desde el que se accede a la cocina y el comedor; el segundo, de carácter privado, es al mismo tiempo pasillo y biblioteca de los estudios a los que da acceso. Ambos corredores longitudinales nos ofrecen un recorrido de más de 50 metros de longitud, conectando visualmente la calle con el fondo de la terraza posterior y del patio de manzana.

Las habitaciones se abren a la calle, disfrutando de pequeños miradores que contiene el edificio. La zona de día se vuelca a la terraza posterior, generando una continuidad entre el interior y el exterior de la vivienda, donde se incorporan dos bandas de ajardinamiento lateral así como una lámina de agua pudiendo disfrutar de una suerte de jardín en el centro de la ciudad. Un jardín que con el tiempo se pretende colonizar con unas variedades de plantas que tienen en común el color azul.