Zahara de los Atunes es uno de esos lugares en los que lo cotidiano se convierte en excepcional. Todos los días tienen su amanecer y su ocaso, pero la forma en que esto acontece en este sitio en particular es difícil de describir. Con este punto de partida la arquitectura se dispone casi cómo un mecanismo que nos permite protegernos mientras capturamos el espectáculo que nos ofrece el entorno.