Zahara de los Atunes es uno de esos lugares en los que lo cotidiano se convierte en excepcional. Todos los días tienen su amanecer y su ocaso, pero la forma en que esto acontece en este sitio en particular es difícil de describir. Con este punto de partida la arquitectura se dispone casi cómo un mecanismo que nos permite protegernos mientras capturamos el espectáculo que nos ofrece el entorno.
Debido a que el terreno tiene pendiente, el elemento aparece como una pieza arquitectónica depositada en su entorno. El lugar se prepara con una suerte de basamento materializado con la tonalidad gris de las piedras que se encuentran en el entorno, de hecho, el nombre de Zahara, proviene del árabe Sahara que podría traducirse como lugar rocoso.